Una sensación típica cuando estamos de vacaciones, ese placer de no hacer nada. De no tener nada planeado, incluso de “aburrirnos”, de no necesitar hacer ninguna actividad en especial, de simplemente estar, tranquilamente, sin hacer nada.
Y qué gusto da. Sin pensar en lo próximo a hacer, sin mirar el reloj, sin que importe «nada» a nuestro alrededor.
Pero me parece que esta actividad está casi en peligro de extinción y ni te cuento ya cuando estamos inmersas en “la locura” del día a día. Parece que si no estamos continuamente haciendo cosas y más cosas, no existimos, ¡cuidado que durante un segundo no estamos siendo lo suficientemente productivas!
Pero a mí me funciona, no solo me siento en paz, como si el mundo parara durante unos momentos, como si la cabeza dejara de estar dando vueltas en unos temas y otros, sino que además suelen surgir buenas ideas. Dejo hueco a pensamientos nuevos, al “aburrimiento”, a nuevas soluciones.
Así que hoy lanzo mi pequeña reivindicación al placer de no hacer nada, a no necesitar estar haciendo “algo” siempre, al placer de “estar”, de sentir, de observar nuestro alrededor, de pensar en nuestras cosas o simplemente de mirar al horizonte (o como digo yo, a la inmensidad del mar ^^). Estando o no de vacaciones, estando o no en el paraíso, tener nuestros pequeños momentos de no hacer nada, sin más.
¿Te unes a mi reivindicación avellanil? :-D
Imagen: Haute Stock
Me uno sin pensarlo!
Hace una semana, tuve la oportunidad de estar sola en casa. Eso no quiere decir que no tuviera nada que hacer, porque aproveché para ponerme al día de cosas que antes no pude hacer. Pero… que sensación más maravillosa no estar mirando el reloj cada cierto tiempo pendiente de las cenas, las comidas, y un largo etcétera del día a día.
Normalmente cuando llego a casa, me pongo a recoger, a limpiar, a cocinar… pero esa semana… que placer! Llegar a casa y decir «hoy me relajo, me pongo mi música mientras tomo un café y siento esa paz que tanto me gusta».
Y sí, después de unos días sin tener que hacer mil cosas a la vez, se recargan energías, ves el mundo de manera diferente y te vuelves a dar cuenta de lo importante que es dedicarse un tiempo. A veces nos saturamos de tantas cosas que se nos olvida lo esencial DISFRUTAR EL TIEMPO PARA NOSOTRAS.
Hola Pilar, ¡muchas gracias por comentar!
Ay cómo te entiendo, me encanta esa sensación de no mirar el reloj… ¡yo de hecho cada vez lo llevo menos! jiji
Me ha encantado tu comentario.
Un abrazo.
En su mayoría de veces logro tener días a solas pero algo sucede tan repentino que no logro disfrutarlo, no sé a quién contárselo pero estoy en ese momento en ya no querer hacer nada sino darme tiempo de no mirar el reloj, no pensar en los pendientes, o hasta en generar ideas, me siento desesperada por encontrar mi espacio y mi tiempo.
Hola Alix Fernanda, ¡gracias por comentar!
Vaya, bueno, a mí también a veces me pasa, que necesito momentos de relajación, a solas, sin prisas.
Puedes intentar buscar esos huequitos en el día, en forma de horario, para tratar de cumplirlo.
¡Ánimo con ello!
Un abrazo.
Me encanta este post!
Me uno y reivindico el placer de no hacer nada :)
Parece que si no vives ocupado, ajetreado y con prisa en esta era, algo está mal…y no!
Lo que está mal es no parar mas a respirar, a contemplar a sentir.
Chapeu por tu mensaje ❤
Hola Elisa,
¡Muchas gracias por comentar! :-D
Bieeen, entre todas al final montamos un movimiento de no hacer nada :)
Un abrazo bien fuerte,