Esta frase llamó poderosamente mi atención. La leí por primera vez en el libro de Andrea Amoretti, Empieza por los zapatos, y resulta que es una frase muy popular, que incluso se relaciona con personajes como Napoleón o Fernando VII. Sea verdad o no, me parece una verdad como un templo, y más hoy en día.
No sé, siento que la prisa es uno de «los males» de estos tiempos. Y me refiero a la velocidad porque sí, esa que tenemos instaurada, casi crónica diría yo, en el día a día, muchas veces sin ninguna razón real para ello (¿qué se gana levantándose deprisa del asiento antes de que pare el tren? Por poner un ejemplo muy tonti, vaya).

De aquí para allá corriendo, todo es urgente, todo es para ya, vamos como “pollos sin cabeza”, sin dedicar tiempo a la reflexión, al pensamiento, al aburrimiento, al silencio, a lo básico. Es una sensación que llevo años con ella, la prisa como “metida en el cuerpo”. Y me da la sensación mis ladies, de que no soy la única.
Es como si cogiéramos esa costumbre, como un hábito, andamos rápido, comemos veloces, miramos el móvil de manera «compulsiva» y leemos en diagonal las noticias. Es nuestra manera de movernos por el mundo.
Os reconozco que soy impaciente por naturaleza, tengo mucha energía y me gusta hacer cosas casi continuamente, es mi manera de ser (digo yo). Y me gusta esa sensación de avance, de ilusión, de energía, de ganas. Pero las prisas me abruman, no darme mi tiempo para determinados asuntos me hace sentir mal. De las prisas paso al estrés y de ahí a una sensación incómoda que lo inunda todo y que creo que acaba afectando a más áreas de mi vida (al descanso, cómo me alimento, cómo me relaciono…).
A veces, incluso, nos preguntamos cómo podemos hacer esto o lo otro de manera más rápida, de manera más eficiente, de manera más productiva, sin preguntarnos antes si es necesario realmente que sea así. Si quizás ese ritmo está bien, es el natural.
Me maravilla la gente que va por la vida con esa elegancia, ese movimiento justo, ni rápido, ni lento, como si tuviera todo el tiempo del mundo para hacer algo, como si luego no tuviera nada más que hacer, como si no tuviera prisa, como si nadie le observara, como si no le importara demasiado la opinión o el ritmo de los demás, como si estuviera haciendo en ese momento lo más valioso del mundo.
Me pregunto últimamente cómo conseguirlo, cómo bajar esa sensación de prisa. Porque hacer las cosas a su ritmo justo consigue que lo disfrute mucho más, me sienta más tranquila y relajada, prime la calidad a la cantidad, y en definitiva, me sienta mejor.
Pero no es fácil, creo que no lo es. A veces yo misma lo siento como una “pequeña revolución”.
Así que por todo esto hoy me hacia especial ilusión contaros por aquí algunas ideas que me están funcionando para bajar esa sensación de prisa… ¡Espero que os parezcan interesantes! :)
1/ Si me pillo haciendo algo demasiado rápido trato de observarme y decirme, tranqui, espera, ¿es necesario ir tan rápido? ¿Tengo prisa realmente? ¿Es urgente para ya?
2/ Trato de recordar, con frases a la vista o con postales, mi concepto del largo plazo (aquí os conté más sobre ello). Soy una persona impaciente por naturaleza así que siempre he tenido prisa por ir más allá, por terminar rápido los proyectos y crecer a buen ritmo. Será la edad quizás pero ya no quiero correr tanto. Me he dado cuenta de que hay ciertos proyectos que requieren su tiempo, y eso también está bien. Aprender requiere unos ritmos determinados y siento que hay procesos, en determinados momentos, que es mejor no acelerar.
3/ Respirar hondo, relajarse. A mí por lo menos me baja el ritmo, tomo consciencia y bajo un poquito “las revoluciones”. ^^ También escuchar música más suave o relajante.
4/ La excepción está bien. Un día se puede comer más tarde, no hacer tal cosa o pasar una tarea al día siguiente (si no es urgente para ese día, obviamente). Tardar algo más en contestar un email o dejar la cama sin hacer. Y el mundo no se acaba, y no pasa nada de nada. He aprendido, durante estos últimos años, a no sentir culpabilidad si algo, por lo que sea, no se puede terminar ese día, a jugar «con gracia» entre la estructura y la flexibilidad, entre los horarios y la improvisación. De hecho en este post os hablé más sobre ello.
5/ Practicar el “no hacer nada”. ¿Sois capaces de estar, aunque sea un ratito pequeño, sin hacer nada de nada? ¿Tomando algo simplemente mirando al alrededor? ¿Pensando? ¿Sin el móvil o sin algún otro entretenimiento?
6/ Una cosa cada vez (e intentar dejar de pensar en lo siguiente). Cuidar cada cosa que se hace con todo el cariño, disfrutar del proceso y no pensar en la tarea que vendrá (como si eso fuera a ser mucho más interesante… curioso cuanto menos). Imagino que se trata más de estar presente y ser menos multitasking. Sé que son temas muy “manidos” pero creo que es interesante recordarlo para bajar el ritmo. :)
7/ Dejar de pensar (esto reconozco que ha sido un gran cambio de mentalidad para mí) que estoy perdiendo el tiempo. Yo era de las que me ponía nerviosita perdida y de mal humor si tenía que esperar mucho tiempo una cola o el de delante tardaba mucho. A base de práctica he aprendido a decirme a mí misma, ¡qué no pasa nada! Si tengo que hacer un tema burocrático por el trabajo, pues eso también son horas de trabajo y punto peloti. Reconozco que me siguen sin gustar pero si me toca, me lo tomo con filosofía y calma. Muchas veces estos momentos se pueden utilizar para disfrutar, pensar en nuestras cosas, observar, charlar…
8/ Acostumbrarme a hacer determinadas cosas más despacio. Por ejemplo, andar más lento si he quedado con alguien, levantarme con más calma, guardar las cosas del super en la bolsa más despacio, escribir a mano, cocinar con tiempo, mandar cartas (con sobre y sello :P), tomar algunas decisiones meditadas con papel y boli, resistirme a las compras impulsivas, disfrutar las largas sobremesas, no llevar reloj…
Lógicamente, con todo esto no digo que crea que haya que ser una tortuga o que haya que «dormirse en los laureles», sino que trato de defender que creo que hay temas que requieren otro ritmo y muchas veces no se lo damos. Porque la sociedad lo exige o porque nosotras mismas ya nos hemos acostumbrado a hacer todo “con prisa en el cuerpo”. Sé que no es fácil, que no siempre se puede, y que probablemente este cambio necesitaría una transformación más profunda, de raíz, del mundo en el que vivimos. Pero bueno a mí al menos, me funciona bajar, aunque sea un poquito, el ritmo de algunas cosas. Y para otras, seguir siendo veloz y energética. ^^
Contadme, ¿cuál es vuestra opinión sobre este tema? Me encantaría leeros. :)
Imágenes de Olesia Buyar y British Library en Unsplash
Hola!!
Soy una persona que tiene mucha paciencia, pero no es compatible al nivel de exigencia que me impongo a mi misma, me desespero, voy rápido y no doy ni una, es cuando más me equivoco en lo personal y laboral.
Llevo tiempo intentado cambiarlo y bajar mi ritmo, por que me ha creado insomnio, alimentarme fatal y no tener tiempo para hacer lo que realmente me gusta. Y de verdad que me encanta mi trabajo, pero el » lo quiero para ya» es algo que siempre lo llevo en mis espalda a parte de la exigencia que me impongo en mi misma.
Espero que con los consejos que has dado, pueda cambiar y llegar al fin de esto.
Un abrazo enorme, María Ángeles.
Yo soy una persona muy nerviosa, parece que ya me levanto acelerada y no, no sé relajarme. Me gustaría saber pisar el freno. Espero poner en práctica está guía.
Un saludo
Hola Vanessa, ¡gracias por tu comentario! jeje yo también soy bastante nerviosa, me suele servir mucho lo de respirar profundamente y la música suave, ojalça te inspiren algunas de las ideas que a mí me han funcionado. ¡Un saludo!
Hola María Ángeles, ¡gracias por comentar! :)
A mí me pasa parecido, soy muy exigente conmigo misma y eso al final acarrea consecuencias. Yo intento también trabajar el «perfeccionismo» en ese sentido :) No es fácil, pero bueno poco a poco voy viendo avances. ¡Espero que te inspiren estas ideas! Ya me contarás. Un abrazo fuerte.
Qué bonito lo explicas con “ Me maravilla la gente que va por la vida con esa elegancia, ese movimiento justo, ni rápido, ni lento, como si tuviera todo el tiempo del mundo para hacer algo, como si luego no tuviera nada más que hacer, como si no tuviera prisa, como si nadie le observara, como si no le importara demasiado la opinión o el ritmo de los demás, como si estuviera haciendo en ese momento lo más valioso del mundo.”
¡Pienso lo mismo, me ha encantado cómo lo has expresado!
Hola Miyuki, ¡gracias por tu comentario! Qué alegría verte por aquí :)
Ay es que realmente me encantaría moverme así por el mundo jiji, vamos poco a poco.
Un beso fuerte.
No podría estar más de acuerdo contigo Sara!!
A mí no me gusta ir con prisas… de hecho, en mi trabajo casi siempre soy la primera en llegar, porque prefiero salir con tiempo y no pillar atasco y llegar con 10 minutos a alterarme porque voy a hacer tarde… Antes sí que apuraba para salir, y que me diera tiempo a hacer más cosas, pero iba estresada a todos los lados porque siempre me ha gustado ser puntual.
Y con lo de querer acabar las cosas rápido… Boh, aunque lo tengas tan interiorizado que lo pudieras hacer con los ojos cerrados, se cometen más errores que aciertos… Por eso, además de la famosa frase de «Vísteme despacio, que tengo prisa» que en mi zona se dice mucho cuando te sale todo mal por ir corriendo… también está la de «las prisas no son buenas consejeras» jejejejeje, que es más que acertada con lo de pensar antes de tomar decisiones sobre lo que quieres y lo que no.
Me encanta este artículooooo
¡Hola Ana! ¡Gracias por comentar!
Eso es verdad, al final hacer algo rápido normalmente da lugar a más errores, a mí al menos me pasa. Y cada vez me gusta más intentar pensar como más las cosas, lentamente, no ser tan impulsiva quizás.
¡Me alegra que te haya gustado el post! Un abrazo.
‘Me ha encantado totalmente este post!
En la vida andamos corriendo y sin fijarnos en las pequeñas cosas que nos dan paz, considero que en andar más »despacio» por la vida, nos ayudará a valorar más lo que nos rodea
¡Gracias por escribir para que te leamos!
¡Me alegra que te haya gustado! :)
Totalmente de acuerdo contigo, el ir más despacio nos permite saborear más el momento, los detalles, los momentos… valorarlo todo más (o al menos eso siento yo jeje).
Un abrazo.
¡Hola Sara!
Creo que describes con mucha claridad a muchas avellaneras, quienes precisamente te seguimos buscando una forma de organizar mejor nuestras actividades, tal vez para llevar un mejor orden y tener un día más relajado, o tal vez buscando optimizar tiempo para hacer más cosas, en fin, al leerte me pareció verme en un espejo. Y es que cuando eres tan inquieta te acostumbras a ese estilo de vida, y como bien dices, piensas que tener unos minutos «libres» estás perdiendo el tiempo y lejos de aprovecharlo para ti buscar una nueva actividad para llenar ese hueco, ¡grave error!
Son muy buenos los tips que nos propones para bajar un poco el ritmo, lo cual nos llevará a mejorar incluso nuestra salud.
Gracias y saludos a las avellaneras.
¡Hola! Gracias a ti por comentar :)
¡Eso es! Yo estoy intentando quitarme ese «hábito» de sentir que pierdo el tiempo (¡y no es nada fácil!). Me alegra mucho que te hayan gustado las ideas,
¡Un saludo!
Muy interesante el post!
Yo antes iba corriendo a todas partes, pero con el tiempo te das cuenta (sobre todo en enero) de que los años pasan volando, y eso me inspira a bajar el ritmo y a detenerme para respirar.
¡Hola Claudia! ¡Muchas gracias! Totalmente de acuerdo, yo también siento eso, que hay como que «saborear» más el momento quizás.
Un abrazo.
Hola a todas las que leais esto.
Me encanta verte. Sin prisa. Hay muchos refranes: «vísteme despacio que tengo prisa»; «no por mucho madrugar amanece más temprano», estos son los primeros que se me han ocurrido
Es verdad, estamos inmersos en un mundo a no se cuantas revoluciones por minuto y en ellas perdemos tiempos de compartir con los que tenemos cerca, en aprovechar para saber de los que no lo están tanto y sobre todo de disfrutar de nosotros mismos, del lugar donde vivimos, cuantas veces dejamos de ir a visitar una exposición o un museo o un rincón de la ciudad porque sabemos que mañana seguirá ahí.
El año pasado he ido cogiendo hábitos de organización que me han ayudado a aprovechar mejor el tiempo, con lo que he podido disponer de más tiempo, para hacer cosas que me gustan y también para poder perderlo… jejejeje.
Me ha gustado tu idea de retomar el escribir cartas, siempre me gusta escribir y es una buena costumbre que se ha perdido con tantos medios de comunicación digitales, electrónicos e información instantánea de los demás, me explico. Antes escribía una carta donde se quedaba una pequeña parte de mi misma, esperando recibir en un lapsus de tiempo información de parte del otro (sentimientos, estado de ánimo, situación familiar) y se creaba incertidumbre en la espera y alegría cuando llegaba la contestación, eso se ha perdido, pero me has dado una buena idea y a lo mejor la retomo con alguna amistad que se apunte a ello, porque tiene que haber toma y daca, ya que sino creo que no tiene chiste.
Bueno, besitos a tod@s. Chao
Hola Genoveva, ¡gracias por comentar! Me alegra que te haya gustado el post. A mí me llama mucho la atención lo de retomar la idea de escribir cartas, no sé, tiene algo especial. Da mucha alegría recibir la respuesta en el buzón :) Un abrazo fuerte.
Hola Cuki, agradezco mucho me aceptaras en tu bloc, esta fenomenal. Soy de la Ciudad de México y te envío un abrazo lleno de bendiciones. Gracias!!!
Hola Josefina, ¡gracias por comentar! Me alegra que te guste mi pequeño espacio, ¡un abrazo!
Hola!
Yo era una de esas personas que iban a 100.000 revoluciones por minuto, encadenando una tarea con otra, urgentes, no urgentes, daba igual. No podía parar quieta.
Pero de repente PUM! La maternidad. Y no, no hablo de cuando me quedé embarazada, porque aún cuando me dieron la baja seguía sin parar de hacer cosas, no había un momento que perder!
Hablo de cuando ya tuve a mi bebé en brazos. Ya no me daba tiempo de hacer todas esas cosas, ni siquiera las más básicas! Y la ansiedad se apoderaba de mi, aunque intenté luchar con ella todo lo que pude. No sé por qué hablo en pasado si es una realidad del presente también, pero llevo días que me planteo esto mismo que has escrito, y me esfuerzo por pensar si “eso” que tengo que hacer es tan importante o urgente en realidad. La mayoría de veces no. Pero ayyyyy como cuesta!!
Hola Ixone, ¡gracias por comentar! Wow, a veces por las circunstancias no nos queda otra que parar :) Un abrazo fuerte.
Hola, Sara!!
Encantada de leerte, como siempre. Como a otras, parece que me lees la mente! Yo soy también una agonías. Siempre cargada de trabajo, siempre corriendo, siempre justísima o ya tarde…
Hace poco màs de un año hice un cambio. Empecé mi bullet journal en un momento en que sentía que necesitaba girar la mirada hacia mí misma. La planificación fue clave para dar el primer paso. Y, no menos importante, ese espejo que te hace el bujo, la virtud de devolverte todo lo que has hecho… Es pura terapia conductista! Y poderlo ver todo es tan gratificante… Y si encima es cuki, con colores, texturas y cositas pegadas, como un cuaderno de viaje… Bonito y muy provechoso.
También he puesto en pràctica lo de la excepción. Y no se acaba el mundo!! Al contrario, se agranda!
Otro paso importante: ratitos de creación. Yo soy muy de labores, y las que estàis enganchadas sabéis que una se lia a proyectos y acaba pareciendo que colecciona cosas sin acabar. Pura ansiedad. Pues lo he cambiado. He conseguido acabar cosas y, así, cuando empiezo una nueva, no me siento culpable. Y he empezado a pintar. No tengo casi tiempo, pero una tarde cada dos semanas me secuestro y me dedico un par de horas a mezclar colores y jugar con las luces, y eso me ayuda a ser màs creativa.
Tremendamente útil: preparar todo con tiempo. Que tengo que ir a Barcelona (yo vivo en el Pirineo)? Pues uno o dos días antes ya empiezo a poner lo que me llevaré en una mesita. La tarde antes preparo el bolso, horarios de tren y lo que haré en el trayecto (leer un libro, planificar proyectos, etc). Y así, a la mañana siguiente, sólo queda lo bàsico: ducha, vestirse, desayunar con calma, agarrar las cosas y salir con tiempo para no tener que correr por la carretera hacia la estación.
Y la última cosa: parar un segundo y pensar «estoy aquí». Lo aprendí en Txi Qung (no sé si lo escribo bien) y es genial. Esa consciencia momentànea hace que todo se calme, que sea un poquito màs relativo. Y entonces resulta que conduzco màs despacio, paro un segundo antes de hablar… Ya no es importante contestar la primera… Y me siento súper feliz porque ya no necesito ser como antes.
Bueno, ¡vaya tela! Cómo me he liado…
Nada, que me inspiras mucho.
Besos de avellana 💋
Eva
Hola Eva, ohhh, que palabras más bonitas, lo primero, muchas gracias. :)
¡Yo también estoy en ello! Con mis proyectos personales hasta que no acabo uno no empiezo otro, porque sino me agobio…
Me ha encantado todo lo que has escrito, ¡un abrazo bien fuerte!
Hola Sara! Sin duda un muy bello artículo. El ir a prisa es visto (en general, socialmente hablando) como una necesidad, como si aquél/aquella que hiciera las cosas más a prisa o velozmente es más eficaz que los que (tratamos) de tomar tiempo para las cosas. Sin duda la paciencia y el ir despacio es algo que aprendí un poquito a la mala: el año pasado enfermé gravemente y pasé por dos operaciones. Me sentía frustrada y enojada, ya que esto me hizo estar en cama casi un mes y la recuperación fue de casi cuatro meses. Ya tenía un trabajo de fines de semana que tuve que dejar, así como la actividad física y el andar «de aquí para allá». Sin embargo (y después de un muy buen acompañamiento psicológico) aprendí que a veces es necesario parar, ir más «despacito» e ir contemplando cosas que no llegamos a observar por ir tan a prisa. Y ahora lo aplico (sobre todo para la tesis jiji) en mi vida diaria. Un saludo! Abrazos desde México. <3
¡Hola Astrid Verónica! Muchas gracias por comentar :)
Sí, es como que está bien visto ir con prisa yo creo…
¡Un abrazo bien fuerte!
Me ha encantado, tienes toda la razón.
Intentaré hacerte caso e ir más despacio por la vida, disfrutar de las cosas más, soy un poco acelerada ….
Muchas gracias.
Un saludo y un beso desde Logroño.
¡Muchas gracias Lola! Me alegra que te hayan gustado. :)
¡Un beso!
Hola Sara!
Vivo en una ciudad extremadamente vertiginosa (Ciudad de México) y la misma gente “te lleva” en esa misma prisa.
Hace poco me cuestioné lo mismo cuando bajaba del convoy del metro, corrí prácticamente al ritmo de todos, me frené y me pregunté: Rebeca, ¿ qué prisa llevas?. Ya había salido de ambos trabajos, iba de regreso a casa, ¡¿cuál era la prisa?! Bastante es corretearme dentro del aula (soy maestra) y corretear a los chicos. Así que con ellos estoy aplicando lo mismo, si no es un trabajo que apure lo tomo con más calma.
Gracias por tu post me ha ayudado a ver qué mi decisión es correcto.
Desde Ciudad de México recibe un gran abrazo
Rebeca
¡Hola Rebeca!
Totalmente, ¡es como si la prisa se contagiara! :)
Me alegra que te haya gustado mi enfoque sobre este tema,
Un abrazo bien fuerte.
Hola mi querida Sara ¡Como anillo al dedo me llega tu post! últimamente estaba tratando de llevar las cosas con más calma, al menos hasta donde pudiera, pero estas últimas semanas en el trabajo ha sido un caos, al punto en que me encontraba haciendo al menos 4 tareas a la vez, y mira que trabajo con números, imagínate nada más un error por ahí, que fatal… al final estoy tratando de bajarle al ritmo porque ya me estaba sintiendo bastante estresada, así que a poner más en práctica tus consejos, y bueno también en mis proyectos más personales.
¡Un abrazo fuerte desde Costa Rica!
Hola Stephanie, ¡muchas gracias por tu comentario! :)
Me alegra que te haya gustado el artículo, ya me contarás qué tal! Yo sigo en ello jiji
Un abrazo fuerte.
Gracias Sara! tus reflexiones son bien lindas, de gran ayuda y reflejo para muchas mujeres, éste en especial me llega hoy… tu kit y muchos regalos más son geniales. Saludos y un abrazo!!
Hola Silvana, ¡muchas gracias! Me alegra un montón que te haya gustado el artículo :) ¡Un abrazo fuerte!
Excelente articulo.
¡Muchas gracias! :)